Conocer la práctica o prácticas educativas en el pasado, desarrolladas tanto dentro de la institución escolar como fuera de ella, requiere de la existencia, conservación y uso de nuevas fuentes que sean registros tangibles de esta práctica, como pueden ser los espacios y elementos materiales utilizados (espacios, mobiliario, objetos, instrumentos o materiales didácticos, libros escolares, etc.), o que informen directamente de esta práctica (memorias profesionales de los docentes, exámenes, informes o memorias de actividades, memorias de prácticas, memorias de oposición, testimonios personales, cuadernos escolares o apuntes de clase, trabajos de alumnos, fotografías y/o álbumes, anuarios o revistas escolares, etc.). Estos vestigios de la práctica educativa, cuya conservación se ha visto afectada por contingencias múltiples, son también indicios que interpretados nos pueden permitir reconstruir las realidades vividas y reconstruidas en la memoria individual y colectiva que nos acerquen a los imaginarios sobre la educación que comparten las distintas generaciones.
Hasta ahora nuestro conocimiento se ha basado fundamentalmente en fuentes administrativas, políticas o que presentaban los discursos teóricos sobre cómo debía ser esta práctica. En muchos casos estas fuentes han primado las discontinuidades al sobrevalorar los cambios políticos y considerar que las trasformaciones de las prácticas educativas se derivan necesariamente de la modificación de las circunstancias políticas o de los enfoques pedagógicos. Creemos que incorporando al estudio histórico de la práctica educativa estas nuevas fuentes podremos alcanzar un conocimiento mucho más profundo y matizado de esta práctica, y entender sus tiempos, sus dinámicas y sus lógicas, que no siempre son las mismas que se deducen de las fuentes administrativas y/o políticas, o de los discursos teóricos sobre cómo debía ser esta práctica. También creemos que demostrar el valor historiográfico de las mismas puede ayudar a concienciar sobre la importancia de su preservación, y sobre la necesidad de contar con espacios museísticos y archivísticos en los que se valore y conserve este tipo de testimonios del pasado educativo como bienes patrimoniales de nuestra sociedad.
El estudio y la conservación de los testimonios de la práctica educativa, tanto en calidad de bienes patrimoniales como de fuentes para la investigación histórica, deben estar en constante interrelación. Por este motivo, el objetivo de este volumen es contribuir al diálogo entre la investigación histórico-educativa y la conservación y difusión de su patrimonio, para alcanzar un mayor conocimiento sobre la práctica educativa en el pasado, sobre la necesidad de preservar sus testimonios, y sobre el valor de los mismos como bienes patrimoniales.
Cómo referenciar esta obra
González, S., Meda, J. Motilla, X. y Pomante, L. (Eds.). (2018). La Práctica Educativa. Historia, Memoria y Patrimonio. Salamanca: FahrenHouse.